Ni una palabra
El primer día de guardería ya se fijó en ella, le parecía una buena compañera de juegos, dispuesta a compartirlo todo, hasta su almuerzo cuando a él no le gustaba el suyo. Pasaron por el colegio y el instituto, compartieron el día a día, los nervios por los exámenes, las ganas de que llegaran las vacaciones y cómo por casualidad siempre caían juntos en los grupos para los trabajos. A él por supuesto, le seguía pareciendo la mejor de sus compañeras, con la que trabaja mejor.
Cuando tuvieron edad para salir los fines de semana hasta tarde, se pasaban la noche juntos, bailando, disfrutando y bebiendo. Más de un sábado ella se había pasado con la bebida y se le había insinuado, pero él le paraba los pies, no porque no sintiera nada por ella, que si que lo sentía, desde su primer día de guardería, sentía un amor que traspasaba las barreras de su propio cuerpo, pero sabía que ella, en estado sobrio nunca hubiera intentado nada. Cómo buen amigo, la acompañaba hasta su casa tras la fiesta y al día siguiente ninguno de los dos decía ni una palabra de lo ocurrido la noche anterior.
Así, él se empezó a consumir desde lo más hondo, reprimiendo todo lo que su cuerpo le pedía hacer, y ella le ponía en bandeja cada vez que el alcohol invadía sus sentidos.
El día que se enteró que no irían a la misma universidad, "atracó" el botiquín de su casa y se durmió para siempre abrazado al último libro que ella le había regalado...
Cuando tuvieron edad para salir los fines de semana hasta tarde, se pasaban la noche juntos, bailando, disfrutando y bebiendo. Más de un sábado ella se había pasado con la bebida y se le había insinuado, pero él le paraba los pies, no porque no sintiera nada por ella, que si que lo sentía, desde su primer día de guardería, sentía un amor que traspasaba las barreras de su propio cuerpo, pero sabía que ella, en estado sobrio nunca hubiera intentado nada. Cómo buen amigo, la acompañaba hasta su casa tras la fiesta y al día siguiente ninguno de los dos decía ni una palabra de lo ocurrido la noche anterior.
Así, él se empezó a consumir desde lo más hondo, reprimiendo todo lo que su cuerpo le pedía hacer, y ella le ponía en bandeja cada vez que el alcohol invadía sus sentidos.
El día que se enteró que no irían a la misma universidad, "atracó" el botiquín de su casa y se durmió para siempre abrazado al último libro que ella le había regalado...
6 comentarios
Anónimo -
KiFo -
Saludos y Abrazos.
Caramelo -
Mir -
Sory -
besote ! :)
KiFo -
Triste historia de amor no correspondido.
Abrazos y saludos.